No hubo rival para el Bayern en su estreno en una nueva Liga de Campeones por más que enfrente estuviese el Manchester United y el duelo evocase históricos emparejamientos en el gran torneo europeo. Nadie le tosió a un Bayern que no parece del todo ajustado, que no acaba de integrar a Harry Kane, que golea más por talento que por lucir integrado en el rodamiento futbolístico de un equipo que tiene camino por recorrer. Y aún así se llegó a un epílogo parejo en el que el United se ilusionó con rascar un empate en el Allianz Arena. No lo consiguió porque ni siquiera estuvo más cerca de lograrlo de lo que brevemente indicó el marcador antes de que el Bayern sacase el martillo. Con todo, en el ambiente quedó el poso de que allí habían evolucionado dos gigantes en horas bajas inmersos en una salsa goleadora (4-3) que se explica más por los defectos que por los aciertos.